martes, agosto 29, 2006

Llegando a casa

Anoche sólo quería llegar a mi casita y dormir, desgraciadamente aun había que recorrer las siete cuadras desde el paradero más cercano hasta mi casa, pero no había otra; el aire tiraba la garúa con fuerza sobre mi cara, pero no me doblegué, ajusté la cuerda de mi capucha para que no siga entrando el aire sin importarme si parecía más piraña (aunque a esa hora me conviene) y levanté la cara... a mitad de cuadra había un bulto pegado a la pared, eran muchos trapos envueltos que poco a poco fueron mostrándome a alguien que estaba en la misma lucha contra el frío que yo, sólo que él la libraría toda la noche, yo estuve diez minutos después debajo de mi colcha con la puerta y la ventana bien cerrada, no lo merezco.

Pasa un taxi que me toca el claxon una vez... lo ignoro; luego otra... no me iba a tomar la molestia de voltear a decirle que no quería sus servicios, pero insiste; más por seguridad que por otra cosa, tengo que voltear (siempre con cara de “!!qué quieres¡¡”), me pregunta por el nombre de una calle que desconozco y luego se va. Pasa una camioneta de serenazgo con dos serenos en la parte de atrás con un perro cada uno, detienen la velocidad a la altura de donde estoy y me miran (mi disfraz funciona, pero no me conviene), igual los miro sin temor y sigo caminando... ellos también siguen. El último obstáculo a vencer antes de llegar es pasar inadvertido frente a la mancha de borrachos que se refugian en la oscuridad de un jardín todas las noches, nunca me ven o no se atreven a hacer nada, no sé, pero esa noche (como todas las demás) llego al refugio de mi cama sano y salvo, sólo con las heridas de las cosas malas que pude haber visto o hecho durante el día, pienso cinco, diez minutos, me quedo dormido y soy feliz.

viernes, agosto 04, 2006

Hora de salida

Solo faltan quince minutos, nadie sabe cuánto quiero irme de acá, mis manos están heladas por la ventanita que nunca cerrará bien, los expedientes en mi escritorio parecen condenarme a un arduo trabajo que tarde o temprano tendré que hacer... me llama mi jefa... que suerte, más expedientes... la secretaria que no me quiere dar la dirección para entrar al messenger desde acá (porque nos acaban de bloquear la ultima pagina que descubrimos) comenta que ya casi es salida, la gente empieza a irse al baño a arreglarse para quien sabe qué, en realidad solo hacen hora porque al igual que yo no quieren trabajar, risas por aquí, música por allá... otra persona vuelve a mencionar la hora, yo solo quiero irme porque no aguanto este dolor de cabeza que me da cuando empiezo a pensar en mas de dos cosas a la vez (si las dos cosas fueran laborales me sentiría mejor)... el baño parece buen lugar para que pase el tiempo, pero ya me ganaron y algún ingeniero que conozco se ha encerrado en uno de los compartimentos y está fumando un Marlboro (mejor me voy antes que se me pegue el olor); ya sé, haré una llamada en el teléfono público del pasadizo de al fondo, eso me dará unos cinco minutos más... saludos a la izquierda, una sonrisa a la derecha... qué bonito paisaje hay desde esta ventana... ¿a quién llamo?... bueno, faltan dos minutos, la computadora tarda eso en apagar, asi que mejor me ahorro la llamada, chau.

martes, agosto 01, 2006

Desfile de Fiestas Patrias

El fin de semana pasado fue un cumulo de emociones, marchas y ceremonias solemnes por fiestas patrias; a dos cuadras de mi casa, en la Av. Brasil, se apostaron todos los vehiculos blindados que desfilarian en la clasica parada militar el sabado 29; como ya lo habia visto el año pasado, todos estaban impecablemente pintados de verde, pero este año hubo una diferencia, el publico se podia subir a los jeeps, tanques y motos sin ningun problema, eso hacia revivir cierto amor y orgullo por el pais en que nos toco nacer... tambien me recordo a cuando era niño y jugaba con los cachaquitos de plastico y canicas, pero esa es otra historia.
El verdadero espectaculo no estaba frente al estrado presidencial, sino mucho antes o mucho despues; frente a la gente comun y corriente, todos los que desfilaban mostraban rgullosos cuanto numero o pirueta supieran; los canticos de los soldados sorprendian y alegraban a la gente; entre los que más recuerdo están: "¡Miren chicos, esas chicas, como miran, a estos huapos, que desfilan!" o la respuesta a la orden de media vuelta, en la que saludando militarmente decian lentamente hasta que terminaran de dar la vuelta: "Beeeeeeeessoo"; tambien estuvieron los perros policias que demostraron que por mas amaestrados que estén, nunca dejaran de marcar su territorio frente a una pandilla de perros callejeros que parecia tan organizada como cualquier banda de ladrones; claro, el gran ausente fue Lay Fun, que al parecer se quedo cuidando alguna comisaria... en fin... si te pones a pensar en todo lo que tenemos y lo que hace la gente por amor a su patria, da orgullo ser peruano.